A Jesse Cook
Infinita la gota que reconoce tu nombre.
En la hora de todas las horas, salto al
vacío
Me suspendes la vida,
y la vida, son tus manos acariciando la
nostalgia.
Es invierno, guitarra de lluvia entre voces
con prisa.
Mi ciudad tan tuya, desciende.
Se quiebra el silencio.
Aún quedamos… aún.
Traes los minutos del alba
la unción que esconden las piedras,
el silabario, las raíces, el mar,
la medusa solitaria y el secreto…
Traes
el dulce dolor que guarda la desnudez de la
noche
para sellar el abandono.
Regrésame a casa
se hace necesario tenderme en la hierba
como náufraga cuyo corazón de pájaro
no retornará jamás
Anna Francisca Rodas Iglesias - Tuti©
1 comentario:
Quién fuera Jesse para merecer uno, aunque fuese uno solo de sus versos.
L.Q.
G.
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