Aún náufragos sobrevivimos la sed
o sucumbimos al incendio
Tanta
máscara tras el cáliz por discernir la zozobra
que
dictamina menoscabar la aldea.
Cruzamos
viernes en memorias extraviadas
proa a la
deriva entre tanto los espejos mecían tormentas.
—No me
dejes dormir
que temo
al vacío del instante en que te pierdo.
Tarde,
crucé las fronteras.
Inútil
recortar el viaje
aun si
Chagall hubiese despegado el eco
olvidando
dar vuelta al reloj de arena.
Fue tanta
tu luz que incendiaste al baobab
hasta que
el viento borró su huella.
Hoy
hoy es
noche de farolas frías
de
transeúntes con prisa al giro diezmado en cuatro esquinas
que
custodian la plaza solitaria…
Noche de
agobio en desbandada de luciérnagas
que prefieren huir del
espejismo
dueñas del instante en que dos se pierden.
¡Sálvame!,
no dudes,
sálvame de
mí, de ti,
después
reinvéntame
para
renacer del fuego en tu boca.
Anna
Francisca Rodas Iglesias
(Tuti)
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